Inauguro la temporada de guisos y quiero aprovechar esta publicación para hablar de las latas, que no son mala palabra, sino una buena alternativa (subrayo alternativa), siempre y cuando sepamos identificar las que valen la pena de las que no.
Las legumbres, por caso, son una opción inteligente para que los impacientes no se priven de su consumo.
Para este guisito rápido otoñal rehogué en una olla un diente de ajo, una cebolla y un puerro (recuerden lavarlo, ya picado, en colador bajo el chorro de agua para retirarle la tierra), todo picado, en aceite de oliva junto con cuatro chorizos retirados de la tripa, sal, pimienta, hoja de laurel, chorrito de vino blanco, dos latas de lentejas escurridas y una lata de estos pomodorini divinos que encontré. Cociné todo semi tapado, a fuego medio, durante 25 minutos.
Acompañé con polenta con queso.
Latas que están bien:
- Legumbres: porotos, lentejas garbanzos.
- Tomates: los mejores que encuentren (leer en ingredientes: tomate y sal). Enteros, cubeteados o puré.
- Pescados en lomo al natural. Ideal para los que no comen pescado no les gusta el olor en la cocción, etc.
- Choclo en grano.
Latas que me gustan menos (no necesariamente porque sean malas sino porque la calidad del producto se resiente en este método de conservación).
- Casi todas las frutas (hay excepciones).
- Casi todas las verduras (hay excepciones). En ambos casos, pierden punto. Para eso, me inclino por los pickles.
- Champignones/ palmitos: les encuentro gusto a lata.
- Choclo cremoso.
- Pescados en aceite u otras sustancias. El aceite que usa la industria, además de estar lejos de ser el mejor, se calienta durante el proceso de esterilización y pierde calidad.
- Arvejas (mejor congeladas, en todo caso).
- Alimentos ultraprocesados: platos de comida en lata.
Recuerden examinar la lata que se encuentre en buen estado y no abollada.
Creo que en nuestra región falta variedad de producto (enlatados orgánicos, por ejemplo). El método de conservación es, en sí, noble.
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